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9/27/13

El fútbol, sus limites, el fanatismo deportivo, las barras bravas, la pasión debe controlarse y la violencia erradiscarse

El fútbol divide, controla, altera los ánimos, separa sentimientos, enajena conciencias, crea un lapsus de tiempo en donde se olvida la realidad, enriquece a los medios,a las industrias licoreras, y endiosa a los protagonistas a niveles irreales.

La gran realidad es que es un deporte que alaba la figura del divide y vencerás, los medios masivos lo difunden y crean una exaltación irreal elevando valores, creando figuras costosas y un endosamiento extremo, lastimosamente lo único que genera este deporte es enemistad, rivalidades, comportamientos tontos de apreciación hacia x o y color de camisetas y se tiende a establecer una rivalidad inexistente e infundanda sólo por estar de uno u otro lado.

Es por completo un medio de distracción masiva que únicamente hace olvidar por un rato las verdaderas realidades que nos acogen en la sociedad actual.

La gente lleva este deporte a ser un ente fanático (y digo fanático en el sentido extremo) lo puede convertir en algo muy nocivo y de eso tenemos muchos ejemplos: muertos, puertas cerradas a propósito, linchados, etc.

Se establece una dependencia según el nivel de fanatismo con el que se ejerce : ser fanatico de un equipo de futbol u otro deporte es muy bueno porque genera espectativas que se manifestarian de manera futura, siempre y cuando sea de manera deportiva...ahora bien cuando sobrepasa estos limites las cosas cambian : la razón es que se generan violencia y dolor, es ahi donde deja de ser un deporte y pasa a ser una estructura criminal.

El fútbol es un juego que debe disfrutarse. Nada más.

Dejémoslo al margen de las cuestiones políticas que nos dividen.

Hagámoslo un punto de encuentro entre los que pensamos diferente, basado en la pasión por un deporte y unos colores que no son políticos, sino que son los que llevan los once jugadores que salen cada domingo al césped en pantalón corto.

La grandeza de este deporte maravilloso reside en que pueden amar los mismos colores aficionados de toda procedencia, condición y pensamiento político.

Pero estamos en unos momentos en los que demasiada gente busca puntos de discordia más que de acuerdo, en los que se dinamitan puentes, se levantan muros, se renuncia al diálogo y la discusión, nadie escucha a nadie más que a sí mismo, y esa voracidad totalitaria está devorando todos los ámbitos de la vida, incluido el deporte.

Se huye de los matices, se cultivan los lemas de trazo grueso y se cae en peligrosas generalizaciones.

El fanatismo deportivo se confunde con el patriotismo.

En el deporte : los dirigentes y los medios ponen a soñar a la gente y en ese sueño se exagera.

Despiertan entusiasmo, pero no patriotismo.

Yo le llamo “camisetismo”, se la ponen ese día, pero no la mantienen en el corazón ni en la conciencia.

El camisetismo es un concepto distorsionado del patriotismo.

Uno puede ser un buen ciudadano, un patriota, sin estar nunca interesado en el fútbol ni “apoyar” a la Selección Nacional.

No hay ningún mérito en dar vivas a la Selección frente al televisor, ni pintarse la cara de azul y blanco para ir al estadio.

Practicar el deporte es algo muy sano, pero no lo es en cambio ser un fanático deportivo.

El fanático deportivo se vuelve víctima de una manipulación comercial, y por eso quienes se lucran con este juego jamás permitirán una actitud crítica contra la explotación de su fanatismo con fines de lucro.

Hay políticos corruptos metidos en las altas esferas del fútbol comercial.

Hay periodistas deshonestos que explotan su cobertura, y se aprovechan del micrófono para alienar al aficionado y estrujan sus sentimientos, dando culpas, ofreciendo árbitros, destrozando a los dirigentes.

Levantan falsas expectativas que después son destrozadas sistemáticamente, poniendo por los suelos la moral de un pueblo ilusionado con sus ídolos de barro.

Es una práctica frecuente que el gobierno le suba el precio a los combustibles en el día en que hay algún partido importante.

El fútbol comercial es una vía de escape, es cierto, pero es una falsa vía de escape.

Debemos de enfrentar nuestros problemas y no escapar de ellos.

El que practica un arte o un deporte es alguien que se edifica a sí mismo.

Por el contrario, no practica ninguna virtud quien es fanático del fútbol comercial.

No crece como ser humano alguien que acumule en su mente estadísticas deportivas.

Es mala estrategia ligar la salud emocional al desempeño de un equipo deportivo.

Es mejor estrategia ligar la salud emocional a la práctica de una espiritualidad sosegada, la meditación y el recogimiento, la práctica de un deporte o arte, leer libros inspiradores, trabajar como voluntario en una buena causa, etc.

La degeneración del fútbol comercial ha llegado a tanto que ha traído la violencia a los estadios, pero ésta es solo una consecuencia lógica de la comercialización del fanatismo deportivo.

Las barras de muchos paises tienen en sus filas elementos delictivos.

Los que se lucran con el fútbol están preocupados por el descenso en sus ingresos debido a este aumento de la violencia, y han hecho campañas pidiéndole a la gente que vuelva a los estadios.

Se les nota lo hipócritas que son.

Nunca los verán haciendo campañas para cosas tan necesarias como por ejemplo la ayuda mutua y la solidaridad en los barrios, simplemente por que no les interesa.

Mejor que no vuelvan a los estadios, que se olviden del fútbol comercial y empiecen a cultivarse como seres humanos.

Este escrito nunca será publicado en la prensa ni leído en el radio.

Los intereses creados no lo permitirán.

La realidad es que el fútbol divide sentimientos pero su sentido comercial se acomoda a intereses gubernamentales, a intereses comerciales, y por eso se emplea con sentido manipulador, para control, para provocaciones silenciosas, para darle un sentido masivo que haga olvidar por un rato la cruda realidad humana.

Con él se controlan naciones, se manipulan afectos, se pueden parcializar opiniones, exacerbar ánimos caldeados, e incitar afrentas sin sentido sobre una pasión basada en una manejada con los pies, hay beneficio de audiencia para los medios, beneficios para la industria licorera, y malestar para la pareja que no comparte esta pasión.

Es indispensable separar la violencia del deporte, y hay que entender que no se gana un aficionado más a punta de miedos, ni acosos, si el equipo no es bueno entonces cambiate a otro, deja el fanatismo y aprende que un balón no tiene porque inspírar a terminar con una vida.

La única fuerza que se debe hacer por un equipo es la de enviar energía positiva, es la de compartir con vivas sus logros, es la de elogiar una camiseta con alegria, apoyando a los dirigentes, elogiando a sus jugadores, hay que aprender a soportar la derrota con altivez, entendiendo que solo se trata de un juego en el que lo único que debe morir es el minuto 90 con el pitazo final.

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